El 1 de diciembre en horas de la mañana inició un desalojo en la comunidad 29 de junio, distrito San Vicente Pancholo, del Departamento de San Pedro. En horas de la tarde, la solidaridad popular ayudó a contener y revertir el desalojo. Con el apoyo de comunidades vecinas, de forma pacífica replegaron a las fuerzas policiales, y se dispusieron a reconstruir las casas que habían sido destruidas.
Frente a la oleada de desalojos que se desató en varios Departamentos luego de la ley Riera Zavala –por lo menos diez en dos meses-, comunidades campesinas alzan la voz y el cuerpo en defensa de sus derechos a la tierra, a la alimentación, al trabajo y al ambiente.
La comunidad 29 de junio fue fundada en 2008 sobre unas 1500 hectáreas de tierras que se reclaman malhabidas. Luego de 13 años de asentamiento en los que se construyó una importante infraestructura comunitaria, con un violento operativo fiscal-policial, se pretendió desplazar a las 140 familias asentadas en el lugar.
Luego de tensas conversaciones con las autoridades fiscales y locales en horas de la mañana, no hubo tregua, y con el despliegue de un helicóptero, tractores y pelotones policiales arremetieron contra las casas y contra pobladores que se resistían a abandonar su lugar de vida. La brutalidad policial no discriminó a mujeres, ancianos, ni menores de edad.
“Luego de quemar nuestras casas, volvían a pasar con los tractores para destruir lo último que no había consumido el fuego”, comenta una pobladora. Destruyeron también los cultivos y todo lo que encontraban a su paso. “Por milagro no destruyeron nuestra capilla”, comentan.
Habían destruido la mitad de las viviendas aproximadamente, cuando en horas de la tarde se reagrupaban los pobladores y, con la solidaridad de comunidades vecinas que se hicieron presentes, se enfrentaron y obligaron a replegarse a los grupos de policías que seguían con su cruel labor. Inmediatamente comenzaron a ayudar a las familias afectadas a restaurar sus viviendas y/o reasentarlas en carpas.
“Estamos acá defendiendo nuestro país, nuestro alimento, nuestro trabajo. Desalojos nunca más!” expresó un líder de la Federación Nacional Campesina que acompañó la resistencia comunitaria.
Ante la oleada de desalojos y ante la amenaza específica a la comunidad 29 de junio, la FNC había convocado a una Plenaria Nacional de Asentamientos, en la que se decidió apoyar a las comunidades en riesgo. En este caso, fueron los pobladores de la vecina localidad Cresencio González -asentamiento fundado y desarrollado sobre una importante dinámica organizativa-, quienes acudieron masivamente en defensa de las familias que estaban siendo desalojadas.
Paraguay, uno de los diez países con más tierras cultivables per cápita en el mundo, se enfrenta a esta nueva arremetida terrateniente, que no propone otra cosa sino la destrucción de todos los bosques para la producción de commodities destinados al mercado internacional. Mientras tanto, los precios de los alimentos se disparan en el mercado local, por escasez y especulación, y ni una política pública se orienta a facilitar el acceso de la ciudadanía a los mismos. El ritmo de destrucción ambiental a lo largo y ancho del territorio hace prever un escenario desértico en poco tiempo más, si no se toman medidas urgentes de regeneración ecosistémica. Habiendo una gran cantidad de mano de obra campesina, capaz de producir dentro de los marcos de la sustentabilidad ambiental, es criminal, ecocida y suicida, un Estado que sólo se dedica a expulsarla hacia los guetos de la miseria producidos por su propia incapacidad.
El levantamiento de las comunidades campesinas en este contexto, aún cuando se exponen a penas cada vez más severas establecidas por la reciente ley Riera-Zavala, y frente a una fiscalía y un poder judicial estrechamente vinculados al poder económico, es un mensaje claro para toda la sociedad y que, por ahora, ha frenado la ola de desalojos: el campesinado organizado no va a permitir que los poderes fácticos sigan rematando impunemente el territorio nacional, mientras nuestras familias son arrojadas al hambre y la miseria.
FIAN Paraguay, Diciembre 2021.